El cardenal estadounidense Robert Prevost fue elegido como nuevo Papa y adoptó el nombre de León XIV. Minutos después del anuncio oficial, salió al balcón de la Basílica de San Pedro y ofreció sus primeras palabras como líder de la Iglesia Católica.
Con una mirada serena y la voz firme, Prevost se dirigió a los miles de fieles reunidos en la plaza vaticana y al mundo entero. Prometió honrar el camino trazado por su antecesor, Francisco, y renovar el compromiso con una Iglesia “cercana, humilde y al servicio de los más débiles”.
El legado del último Papa con el nombre “León”
El último pontífice que eligió el nombre León fue León XIII, cuyo papado se extendió desde 1878 hasta 1903. Su gestión dejó una huella profunda en la historia de la Iglesia por su mirada social, filosófica y política. Estos fueron algunos de los pilares de su pontificado:
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Defensa de los derechos de los trabajadores: Su encíclica Rerum Novarum (1891) fue un documento histórico que abordó por primera vez la cuestión social desde una perspectiva cristiana, reclamando condiciones justas para los trabajadores y sentando las bases de la doctrina social de la Iglesia.
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Promoción del tomismo: León XIII impulsó el estudio de Santo Tomás de Aquino como eje filosófico y teológico de la Iglesia, reivindicando el pensamiento clásico en un contexto de avances científicos y tensiones ideológicas.
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Apertura a la modernidad: Permitió la apertura de los archivos secretos del Vaticano a investigadores y alentó una mirada más crítica y documentada de la historia eclesiástica.
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Diplomacia y relaciones internacionales: Fue un pontífice con fuerte impronta política, que tejió lazos con gobiernos europeos y buscó recomponer relaciones tensas, sobre todo con Alemania y Francia.
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Ecumenismo: Abrió canales de diálogo con otras confesiones cristianas, en especial con la Iglesia Ortodoxa y la Comunión Anglicana, en una época marcada por divisiones religiosas.
El nombre León no es casual. Evoca poder, firmeza y, al mismo tiempo, una vocación de reforma.
