Tras cuatro votaciones en el Cónclave, los cardenales eligieron al primer pontífice de origen estadounidense. Cercano al pensamiento de Francisco, eligió el nombre León XIV.
Con 133 votos, el cardenal Robert Francis Prevost fue elegido este jueves como el 267° Papa de la Iglesia Católica, adoptando el nombre de León XIV. La decisión llegó tras cuatro rondas de deliberación en la Capilla Sixtina, marcando un momento histórico: es la primera vez que un estadounidense accede al papado.
Prevost, nacido en Chicago en 1955, tiene también nacionalidad peruana, fruto de décadas de servicio pastoral en ese país. Hombre formado en la espiritualidad agustiniana, ocupaba hasta ahora un rol clave en el Vaticano: era Prefecto del Dicasterio para los Obispos, es decir, responsable de la designación episcopal en todo el mundo.
Un perfil marcado por la misión
La vocación religiosa de Prevost tuvo raíces familiares. Su madre, Mildred Martínez, cocinera de origen español, solía recibir sacerdotes en casa, lo que fomentó el vínculo con la Iglesia. Su padre, Louis Marius Prevost, veterano de la Segunda Guerra Mundial, trabajaba en el ámbito educativo. En ese entorno, Robert comenzó su camino religioso, ingresando en los Agustinos en 1977.
Se formó en Teología y Derecho Canónico en Roma, y fue ordenado sacerdote en 1982. Poco después fue enviado como misionero a Perú, donde desarrolló una extensa tarea en regiones como Chulucanas y Trujillo, involucrándose en la formación de religiosos y como vicario judicial.
Durante dos períodos consecutivos fue elegido prior general de los Agustinos, máxima autoridad de la orden a nivel global.
Cercano a Francisco, pero con matices
Designado obispo de Chiclayo en 2015 y luego cardenal en 2023, Prevost integró los círculos de confianza del Papa Francisco, con quien compartía una visión pastoral centrada en los pobres, los migrantes y la periferia. Sin embargo, mantuvo ciertas reservas en temas como la integración plena de las personas LGBTQ+ dentro de la Iglesia.
Su elección sorprendió a algunos sectores del Vaticano, ya que hasta hace poco se consideraba improbable que un estadounidense llegara al papado. Sin embargo, su experiencia latinoamericana y su manejo fluido del español, italiano, portugués y francés lo posicionaron como figura de consenso entre cardenales de distintas regiones.
Un papa global, con corazón andino
León XIV no olvidó sus raíces misioneras. En su primer saludo desde el balcón de la Basílica de San Pedro, dirigió unas palabras en español a su “querida diócesis de Chiclayo”, destacando la influencia del pueblo peruano en su vida sacerdotal.
Con una sólida trayectoria en organismos clave del Vaticano, incluyendo la Congregación para el Clero, la Doctrina de la Fe y la Pontificia Comisión para América Latina, el nuevo Papa se enfrenta ahora al desafío de conducir la Iglesia en tiempos de profundas transformaciones.
Su elección representa una apuesta por la continuidad con Francisco, pero también por una Iglesia más universal, abierta al diálogo con el Sur Global y con una sensibilidad multicultural, forjada entre Chicago y los Andes peruanos.
