Washington, EE.UU. – El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, volvió a sacudir el tablero del comercio internacional al anunciar este viernes en redes sociales su intención de aplicar un arancel del 50% a todos los productos importados desde la Unión Europea. La medida, que entraría en vigencia el 1 de junio, fue presentada como respuesta a lo que Trump calificó como “conversaciones estancadas” con el bloque europeo.
El mandatario, que ha hecho del proteccionismo una bandera de su gestión, también lanzó una advertencia directa a Apple. “He informado hace tiempo a Tim Cook que espero que los iPhones vendidos en Estados Unidos sean fabricados en Estados Unidos, no en India ni en ningún otro lugar”, publicó. En ese marco, advirtió que si la empresa no traslada su producción a suelo norteamericano, deberá enfrentar un arancel “de al menos el 25%”.
Una escalada en el conflicto comercial
Esta nueva amenaza eleva considerablemente la tensión con la Unión Europea. Inicialmente, Trump había sugerido un arancel del 20% a los bienes europeos, luego reducido temporalmente al 10% para dar margen a las negociaciones. Sin embargo, ante la falta de avances, decidió redoblar la apuesta.
“¡Nuestras discusiones con ellos no van a ninguna parte!”, escribió. Además, acusó a la UE de haber sido creada “con el propósito principal de aprovecharse comercialmente de los Estados Unidos”.
Las repercusiones no se hicieron esperar: las bolsas tanto en EE.UU. como en Europa registraron caídas. El índice S&P 500 bajó cerca del 1%, mientras que el DAX alemán descendió más del 1,7%. Las acciones de Apple abrieron con una pérdida superior al 2%, luego de que la empresa obtuviera el mes pasado una exención parcial sobre aranceles a dispositivos electrónicos.
Apple en la mira
La advertencia presidencial hacia la firma de Cupertino llega tras la decisión de Apple de trasladar buena parte de su producción desde China hacia India y Vietnam. Según anunció recientemente su CEO, Tim Cook, la mayoría de los iPhones destinados al mercado estadounidense serán ensamblados en India, mientras que dispositivos como el iPad y el Apple Watch tendrán como centro de producción a Vietnam.
Trump, sin embargo, insiste en que el ensamblaje de estos productos debe realizarse dentro del territorio estadounidense si quieren evitar los nuevos impuestos de importación. “Una tarifa de al menos el 25% debe ser pagada por Apple a EE.UU.”, enfatizó.
Consecuencias para la industria automotriz
El sector automotriz también se ve directamente impactado. En particular, Trump ha reiterado sus críticas a las exportaciones europeas, especialmente alemanas, de vehículos hacia Estados Unidos. “Ellos nos venden millones de autos y nosotros casi no exportamos nada allá”, ha manifestado en otras ocasiones.
El CEO de Volvo, Hakan Samuelsson, advirtió que una tarifa del 50% afectaría seriamente la venta de su modelo EX30, fabricado en Bélgica. “Los consumidores tendrán que absorber buena parte del aumento de costos”, declaró. Sin embargo, mostró cierto optimismo al afirmar que “no es del interés de Europa ni de EE.UU. cerrar el comercio entre ambos”.
Cabe destacar que desde abril, los autos fabricados fuera de EE.UU. ya están siendo gravados con un arancel del 25%, medida que el gobierno de Trump mantuvo activa pese a haber pausado otras tarifas.
Estrategia o presión
El experto en comercio internacional Aslak Berg, del Centre for European Reform, señaló que por el momento se trata de amenazas, no de medidas concretas. “No hay una orden ejecutiva firmada. Es una jugada para aumentar presión antes de la reunión de esta tarde”, analizó.
La Comisión Europea no ha emitido comentarios oficiales hasta el momento. Sin embargo, fuentes cercanas al bloque sostienen que mantendrán una postura firme en las negociaciones. “Van a mantener la calma y continuar como si nada, aunque será una discusión difícil”, dijo Berg.
Contexto político y económico
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha intensificado su retórica comercial, imponiendo o amenazando con imponer aranceles a numerosos países y productos. El objetivo declarado es reducir el déficit comercial estadounidense —particularmente con la UE— y fortalecer la industria manufacturera nacional.
En términos técnicos, un arancel funciona como un impuesto interno sobre los bienes importados, que se aplica proporcionalmente al valor del producto. Aunque son las empresas importadoras las que pagan ese tributo, el costo muchas veces se traslada al consumidor final.
Los aranceles suelen ser criticados por provocar encarecimiento de productos, distorsionar mercados y tensar las relaciones diplomáticas. No obstante, Trump los defiende como una herramienta legítima para equilibrar la balanza comercial y proteger el empleo estadounidense.
Un escenario incierto
Con las conversaciones bilaterales en un punto crítico y los mercados reaccionando negativamente, el panorama es incierto. Los analistas coinciden en que aún existe margen para alcanzar un acuerdo que evite una guerra comercial a gran escala.
Desde el sector empresarial europeo, muchos ejecutivos comparten la preocupación, pero también expresan confianza en que primará la racionalidad. “Confiamos en que ambos lados actuarán con responsabilidad para evitar una escalada perjudicial para todos”, expresó un portavoz de la Cámara de Comercio Europea en Washington.
Repercusiones en Argentina
Si bien se trata de un conflicto entre potencias, la economía argentina podría verse afectada indirectamente. Una guerra comercial entre Estados Unidos y Europa puede generar volatilidad en los mercados internacionales, afectar los precios de exportaciones clave —como alimentos y energía— e incidir en las decisiones de inversión global.
Además, medidas proteccionistas en EE.UU. podrían reducir la demanda externa y encarecer insumos tecnológicos que se importan para producción local.










