11.1 C
Mar del Plata
11.1 C
Mar del Plata

Por qué Zelensky no puede —y no va— a ceder Crimea

Debes leer

Cuando en febrero de 2014 aparecieron misteriosos comandos enmascarados con uniformes verdes sin insignias tomando el parlamento local y desplegándose por toda la península de Crimea, Vladimir Putin negó cualquier vinculación con la maniobra. Sin embargo, esos llamados “hombrecitos verdes” fueron el inicio de la guerra de Rusia contra Ucrania, que desembocó en la invasión a gran escala de 2022.

Hoy, el futuro de Crimea está en el centro del llamado “plan de paz” que impulsa el expresidente Donald Trump, y que llevó al presidente ucraniano Volodímir Zelensky a rechazar categóricamente la idea de reconocer el control ruso sobre la península.

Aunque los detalles del plan de Trump no fueron publicados oficialmente, trascendidos indican que incluiría el reconocimiento por parte de Estados Unidos de Crimea como territorio legal de Rusia —de jure, como se diría en latín.

Para Trump, la península del sur de Ucrania “se perdió hace años” y “ni siquiera forma parte de la discusión” en las negociaciones de paz.

Pero para Zelensky, renunciar a Crimea como parte indivisible de Ucrania es simplemente impensable.

La diputada opositora Iryna Gerashchenko lo sintetizó así: “La integridad territorial y la soberanía son una línea roja para Ucrania y los ucranianos.”

Trump cuestionó: “Si Zelensky quiere Crimea, ¿por qué no pelearon por ella hace 11 años, cuando se la entregaron a Rusia sin disparar un solo tiro?”

En realidad, casi no se dispararon tiros, pero Crimea fue tomada a punta de fusil, aprovechando un vacío de poder en Kiev. Días después de que fuera destituido el presidente prorruso ucraniano, Putin admitió que había planificado la anexión durante una reunión nocturna con su círculo más cercano.

ac5e5ae0 2115 11f0 8c58 0f3e2186d95e.jpg

Crimea, una piedra en el zapato para Trump

Para un líder estadounidense que quiere cerrar un acuerdo de paz rápido, Crimea puede convertirse en un gran escollo.

Trump tiene razón en un punto: es poco probable que Ucrania recupere Crimea a corto plazo. Hoy, en los hechos (de facto), la península está bajo control ruso. Pero de ahí a reconocerla como territorio legal de Rusia hay un abismo.

Zelensky se apoya en la declaración sobre Crimea que hizo en 2018 el entonces secretario de Estado de Trump, Mike Pompeo, donde expresaba que EE.UU. “rechaza la anexión de Crimea por parte de Rusia” y prometía mantener esa posición hasta que se restablezca la integridad territorial de Ucrania.

La lectura de Zelensky es clara: si Trump respaldó a Ucrania entonces, debería sostener esa postura ahora.

Además, la pregunta de fondo sigue en pie: si EE.UU. llega a avalar legalmente una apropiación de territorio que la comunidad internacional no reconoce, ¿qué mensaje se estaría enviando sobre el derecho internacional y los principios fundacionales de la ONU?

Poco después del inicio de la guerra a gran escala, se habló en Estambul de “congelar” la discusión por Crimea durante 10 o 15 años, como parte de un intento de destrabar las negociaciones. Pero esa propuesta no prosperó.

La realidad es que, para Zelensky, Crimea no se negocia. Y mientras Rusia siga ocupándola, no hay plan de paz viable que no tropiece con ese obstáculo.


Zelensky, atado por la Constitución ucraniana

20c40600 2116 11f0 8c58 0f3e2186d95e.jpg

Zelensky fue tajante: no puede —ni quiere— ceder Crimea. “No hay nada de qué hablar. Esto va contra nuestra constitución”, afirmó.

El artículo 2 de la Carta Magna de Ucrania es claro: la soberanía del país “se extiende a todo su territorio”, el cual “dentro de sus fronteras actuales, es indivisible e inviolable.”

Para que se modifique cualquier parte del territorio, la constitución exige algo más que una decisión presidencial: debe ser autorizado por el Parlamento y luego sometido a un referéndum nacional. Es decir, tendría que votarlo todo el pueblo ucraniano.

Y esto no solo complica los planes de Trump. Desde Moscú también consideran que la constitución ucraniana es un “obstáculo” para avanzar en un acuerdo de paz. Pero ese “obstáculo” es, justamente, la base del orden democrático que Ucrania intenta defender.

Legalmente, las constituciones pueden cambiarse. Pero no bajo ley marcial, como la que rige actualmente en Ucrania desde el inicio de la invasión rusa.

Reconocer como legítima la anexión de Crimea por parte de Rusia no solo sería cruzar una línea roja para los ucranianos: sentaría un precedente peligroso para otros países que también bordean el mar Negro, como Rumania, y aún más allá. Si un territorio puede ser ocupado por la fuerza y luego reconocido internacionalmente como “legal”, ¿qué garantía queda para cualquier país de defender su soberanía?

La pregunta que subyace es profunda y de escala global: ¿hasta dónde se puede negociar con quien toma por la fuerza lo que no le pertenece?


¿Tiene Rusia algún derecho sobre Crimea?

7b63caa0 2116 11f0 8c58 0f3e2186d95e.jpg

Desde una mirada histórica, muchos rusos consideran a Crimea como parte de su territorio. El propio Vladimir Putin habló más de una vez de un “vínculo vivo e irrompible” con la península, famosa por sus balnearios sobre el mar Negro y su clima templado en verano.

Sin embargo, Crimea —al igual que el resto de Ucrania— votó a favor de la independencia tras la disolución de la Unión Soviética en 1991. Tenía el estatus de república autónoma dentro de Ucrania, y Kiev permitía a Rusia arrendar el puerto de Sebastopol como base naval para su flota del mar Negro.

Después de la anexión en 2014, Putin intentó consolidar el control ruso sobre Crimea: primero construyó un puente de 19 kilómetros sobre el estrecho de Kerch en 2018, y luego, en 2022, capturó el corredor terrestre a lo largo de la costa del mar de Azov.

Según Putin, se trataba de corregir un error histórico: la transferencia de Crimea a Ucrania en 1954, decidida por el entonces líder soviético Nikita Jrushchov. “A Rusia no solo la robaron, la saquearon”, dijo.

Históricamente, Crimea fue anexada por el Imperio ruso bajo el mando de Catalina la Grande en 1783, y permaneció bajo control ruso hasta que Jrushchov decidió transferirla a la República Socialista Soviética de Ucrania. Como Rusia y Ucrania eran parte de la URSS, en ese momento no parecía un cambio relevante para Moscú.

Durante décadas, la mayoría de la población de Crimea fue rusa. Pero esto no fue casual: la población original, los tártaros de Crimea, fue deportada masivamente por Stalin en 1944, acusados de colaborar con los nazis. Recién en 1989, con la caída del régimen soviético, comenzaron a regresar. Hoy representan cerca del 15% de la población de la península.

Tras la toma de Crimea, Rusia organizó un referéndum exprés en marzo de 2014. Pero fue rechazado por la comunidad internacional, que lo consideró una farsa. La Asamblea General de la ONU aprobó una resolución en respaldo de la soberanía ucraniana, y la Corte Penal Internacional calificó las acciones de Rusia como una “ocupación en curso”.

Refat Chubarov, presidente del Mejlis —el organismo que representa a los tártaros de Crimea— fue contundente: “Crimea es la patria del pueblo originario tártaro y una parte inseparable de Ucrania.” Rechazó cualquier concesión territorial como parte de un acuerdo de paz.

29aed880 2120 11f0 9060 674316cb3a1f.png

Crimea no sería el único problema

Aunque el plan de paz de Donald Trump aún no fue publicado oficialmente, distintas filtraciones y declaraciones de funcionarios estadounidenses adelantan que incluiría varias condiciones difíciles para Ucrania.

Entre ellas, se contempla reconocer de hecho la ocupación rusa de casi el 20% del territorio ucraniano, manteniendo las líneas actuales del frente y congelando el conflicto en cuatro regiones clave: Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia.

Según el medio estadounidense Axios, ese status quo sería respaldado por una “garantía de seguridad robusta”, probablemente a cargo de una “coalición de países dispuestos” que incluiría al Reino Unido y Francia, pero no a Estados Unidos.

También se incluiría el compromiso de no incorporar a Ucrania a la OTAN, aunque sí se le permitiría avanzar en su adhesión a la Unión Europea.

A cambio, se levantarían todas las sanciones estadounidenses a Rusia y se impulsaría una nueva etapa de cooperación económica entre Washington y Moscú.

Axios va más allá: indica que Rusia devolvería una pequeña zona ocupada en la región de Járkov, y permitiría a Ucrania una “navegación sin obstáculos” sobre el río Dniéper. Además, la planta nuclear de Zaporiyia —ocupada por fuerzas rusas desde 2022— pasaría a estar bajo control de Estados Unidos.

Y hay más: según trascendió, Ucrania y Estados Unidos cerrarían un acuerdo para compartir las ganancias de los recursos minerales del país. El primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, estaría por sellar ese convenio en los próximos días.

BBC

Mar del Plata
nubes
11.1 ° C
11.6 °
10.5 °
50 %
4.5kmh
100 %
mié
11 °
jue
11 °
vie
14 °
sáb
13 °
dom
16 °
- Advertisement -spot_img

Más artículos

- Advertisement -spot_img
spot_img
- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Últimos artículos

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img