Crotto y Beruti ofrecen una escapada ideal para los que buscan naturaleza, historia y tradición en medio del campo bonaerense.
En el corazón de la provincia de Buenos Aires, hay dos joyitas rurales que siguen latiendo al ritmo tranquilo del interior. Crotto, en el partido de Tapalqué, y Beruti, en Trenque Lauquen, son pueblos turísticos que conservan la esencia de la vida simple, con paisajes de campo, almacenes con historia y una calidez que no se encuentra en las grandes ciudades.
Ambos lugares son una escapada perfecta para un finde largo o para quienes simplemente necesitan un respiro entre árboles, pastas caseras y charlas de almacén.
Crotto: un pueblo que homenajea a las mujeres del campo
A sólo 31 kilómetros de Tapalqué, Crotto tiene unos 300 habitantes y un aire a tiempos pasados. Las bicis quedan en la vereda, los autos sin llave y las puertas abiertas. Acá, todavía se estira la charla en el almacén y los chicos juegan sin mirar la hora.
Este rincón bonaerense se fundó oficialmente el 23 de octubre de 1914, aunque ya tenía movimiento desde 1911 con la llegada del ferrocarril. El tren –al que llaman “el dador de vida”– transportaba desde cartas hasta médicos, y marcó una época. Hoy, su antigua estación funciona como Museo Municipal Comunitario.
Una de sus postales más queridas es la estatua de la Mujer Campesina, en la plaza central. Esa figura le dio nombre a una fiesta que se celebra cada abril: música folclórica, comida criolla, feria de artesanías, elección de la reina y todo lo que homenajea el trabajo de las mujeres rurales.
También se puede visitar el Cantón Tapalqué Viejo, elegido por Juan Manuel de Rosas en 1839, donde convivieron soldados criollos y pueblos originarios, compartiendo luchas y territorio.
Un detalle que lo hace único: las calles no se llaman como próceres ni batallas. Llevan los nombres de vecinos y vecinas que marcaron la historia local. Esa decisión comunitaria dice mucho del espíritu del pueblo.
Beruti: de colonia agrícola a polo industrial y textil
En el otro extremo de la provincia, a unos 420 km de CABA sobre la Ruta 5, Beruti nació en 1890 de la unión de dos colonias: La Luisa y General Paunero. La llegada del tren fue clave, pero también lo fue un inmigrante italiano: Guisseppe Guazzone, que se volvió leyenda.
En 1893, cosechó 3.900.000 kilos de trigo y el mismísimo Julio A. Roca lo llamó “el Rey del Trigo”. Su legado quedó en instituciones que aún están en pie: la comisaría, la plaza, la iglesia y hasta el banco. Más tarde, su hijo Carlos fundó una fábrica textil que transformó el pueblo. Durante décadas, las máquinas no pararon: se hacían cintas, elásticos, corsetería y mercería. La actividad bajó tras una huelga en los años 70, pero el recuerdo sigue vivo.
Hoy, Beruti conserva su impronta industrial y ofrece atractivos únicos: el Club de Pesca Loma Alta, visitas guiadas al cementerio, murales y el viejo almacén Zoppiconi, atendido por el nieto del fundador, con más de un siglo de historia.
La gastronomía también tiene lo suyo: pastas caseras en Lo de Vanucci, ambiente de bodegón en el Club GIAT y alfajores artesanales en Pueblo Pesquero. Todo con ese sabor casero que ya no se encuentra tan fácil.
Cada año se celebran la peña folclórica Atardecer en lo de Zoppiconi, la Cabalgata desde Trenque Lauquen (con fogón, riendas y feria), y el aniversario del pueblo en agosto.
“La pesca también nos define. El pejerrey de acá es muy buscado, muchos vienen solo por eso”, asegura Patricia Buffarini, historiadora local.
Campo, memoria y sabor a hogar
Crotto y Beruti no están en las rutas más turísticas, pero tienen algo que muchos destinos envidian: autenticidad. En sus calles tranquilas, sus fiestas locales y su gente, se respira esa Argentina que no quiere desaparecer. Ideal para ir sin apuro, con ganas de charlar y dejarse llevar por el ritmo del campo.