A último momento y en silencio, Sonia Rojas Decut y Carlos Arce cambiaron su voto y hundieron el proyecto. Estaban comprometidos a apoyarlo, pero se alinearon con el oficialismo.
Por un solo voto, el Senado dejó caer la ley de Ficha Limpia. El proyecto, que buscaba impedir que personas con condenas por corrupción accedan a cargos públicos, se quedó sin los 37 votos necesarios por la sorpresiva y cuestionada marcha atrás de dos senadores misioneros: Sonia Rojas Decut y Carlos Arce.
Ambos legisladores, que responden políticamente al gobernador Hugo Passalacqua y forman parte del Frente Renovador de la Concordia, habían dado señales claras de que apoyarían la iniciativa. Incluso hicieron declaraciones públicas en ese sentido. Pero a la hora de la verdad, votaron en contra y desataron una tormenta política.
La reacción no tardó. Desde el Movimiento Ciudadano Ficha Limpia, uno de los impulsores de la ley, acusaron a los senadores de “traicionar al pueblo argentino”. Gastón Marra, referente del espacio, fue categórico: “Días antes me llamaron de Misiones para avisarme que los dos iban a dar vuelta su voto. Se lo comenté a una senadora de Chubut, y así fue. Traicionaron”.
No es la primera vez que Arce y Rojas Decut se alinean con el oficialismo. También votaron a favor de los pliegos de los jueces propuestos por Javier Milei, Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, mostrando que su independencia tiene límites bastante difusos.
La bronca se sintió fuerte en los bloques dialoguistas de la oposición, donde daban por seguro el apoyo de los misioneros. La propia Rojas Decut había dicho hace apenas unos días que Ficha Limpia era “una demanda social” y que las posibles modificaciones al proyecto debían tratarse “más adelante”, priorizando su sanción. Arce, por su parte, había calificado la ley como “muy importante” y había confirmado su voto afirmativo a un medio nacional.
Pero anoche, después de casi siete horas de sesión, ambos optaron por el silencio. Ni una palabra, ni una explicación. Votaron en contra y se fueron rápido del recinto, mientras el kirchnerismo festejaba lo que para muchos fue una victoria del cinismo.
La caída de Ficha Limpia vuelve a mostrar cómo se negocia y se traiciona en el Senado, donde las convicciones duran lo que tarda en llegar una orden o una promesa.