El coordinador de Lío Mar del Plata reflexionó sobre la crisis de los vínculos comunitarios en Argentina y planteó la urgencia de recuperar la solidaridad como valor central. “No hay patria sin pueblo, y no hay pueblo sin comunidad organizada”, afirmó.
En un país marcado por décadas de fragmentación social, donde el “sálvese quien pueda” parece haber desplazado al “nadie se salva solo”, Juan Mantoan —coordinador de Lío Mar del Plata— lanzó una reflexión potente sobre la necesidad de reconstruir los lazos humanos y el sentido de comunidad.
“Vivimos tiempos en los que el amor al prójimo fue relegado al olvido, en los que la solidaridad dejó de ser una virtud y pasó a ser vista casi como una ingenuidad”, expresó en un mensaje publicado en redes sociales. “La competencia reemplazó al compañerismo. La desconfianza al vecino se impuso sobre la necesidad de tenderle una mano”.
Para Mantoan, esta degradación del tejido social no es fruto del azar. “Es la consecuencia directa de políticas que, por acción u omisión, promovieron el individualismo, el aislamiento y la pérdida de sentido comunitario”, sostuvo, y apuntó contra los gobiernos que “incentivaron la lógica de la ventaja, la competencia desleal y la meritocracia hueca que desconoce las condiciones de origen”.
Sin embargo, también apeló a la memoria de lo que supimos ser como sociedad. “En los barrios, si a un chico le faltaba una merienda, encontraba una taza de leche en la casa de un vecino. Si faltaba azúcar, alcanzaba con un llamado a la puerta para resolverlo”, recordó. “La pobreza era más digna porque había comunidad”.
Su mensaje no es un ejercicio de nostalgia sino un llamado urgente al presente: “Reconstruir ese entramado es una tarea urgente. Volver a hablar con el vecino. Volver a la sociedad del ‘nosotros’. Recuperar la idea de que nadie se realiza en una comunidad que no se realiza”.
Desde su espacio, Lío Mar del Plata, Mantoan insiste en que el peronismo siempre entendió que no alcanza con pan y trabajo —aunque sean indispensables—, sino que también es necesario fortalecer la identidad, la pertenencia y el sentido de comunidad.
“El desafío está planteado. No alcanza con resistir, hay que construir. Y esa construcción empieza por lo más profundo: los lazos humanos, la organización barrial, la empatía cotidiana”.
