El hallazgo de un viejo video de Osvaldo Bayer desató una ironía difícil de ignorar: el grito de batalla que Javier Milei convirtió en su marca personal no era suyo. “¡Viva la libertad, carajo!”, la frase que el presidente repite como un mantra en cada discurso, fue pronunciada mucho antes por el historiador anarquista, un defensor incansable de los derechos obreros.
El registro, emitido en 2017 por el canal Encuentro, muestra a Bayer pegando carteles con la consigna libertaria en Buenos Aires. Al final, se quita la gorra, mira a cámara y lanza el grito con firmeza. No era solo una consigna: era la síntesis de su lucha.
El redescubrimiento del video llega justo después de la demolición del monumento a Bayer en Río Gallegos, una decisión que el gobierno justificó con el pretexto de “mejorar la seguridad vial”, pero que fue interpretada como un intento de borrar su memoria. Como suele suceder con la censura, el tiro les salió por la culata: Bayer volvió con más fuerza que nunca.
Lo que parecía un hallazgo anecdótico se convirtió en una evidencia incómoda. El presidente que se autoproclama líder de la “libertad” no solo se apropió de un eslogan ajeno, sino que lo tomó de un anarquista que dedicó su vida a denunciar las injusticias del capitalismo.