La gestión de Axel Kicillof al frente de la Gobernación bonaerense marcó un nuevo hito en indicadores sanitarios: la tasa de mortalidad infantil alcanzó su nivel más bajo, descendiendo de 9,1 fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos en 2019 a 7,6 en 2023.
Este logro es más que una cifra. Refleja una política pública integral que entendió que la salud no se reduce a hospitales, sino que abarca el acceso a la vivienda, la alimentación y la seguridad social. Desde el inicio de su mandato, Kicillof impulsó el Plan Quinquenal Bonaerense, una estrategia que incluyó mejoras en las redes de derivación perinatal y pediátrica, además de la implementación del Programa Qunita.
El fortalecimiento de las terapias intensivas neonatales y pediátricas, junto con un enfoque constante en la capacitación de profesionales de la salud, también fue clave. Además, se promovió la incorporación y revalorización de médicas y médicos en el sistema público, garantizando equipos interdisciplinarios comprometidos con las personas gestantes y las infancias.
“Este indicador no solo mide la calidad del sistema sanitario, sino el impacto de políticas que cuidan a las personas desde el momento en que nacen”, explicaron desde el Ministerio de Salud bonaerense.
En un contexto donde las desigualdades estructurales siguen marcando la vida de miles de familias, la reducción de la mortalidad infantil se alza como un ejemplo de lo que la política puede lograr cuando prioriza lo esencial: la vida.