La tensión entre Irán e Israel ha generado un nuevo y complejo dilema para Donald Trump, quien analiza si Estados Unidos debe sumarse a los ataques israelíes contra instalaciones nucleares iraníes. La posible intervención militar reavivó fuertes divisiones entre las alas aislacionista y belicista del Partido Republicano y, sobre todo, dentro del propio entorno del expresidente.
Durante su presidencia y aún en campaña, Trump prometió mantenerse alejado de las “guerras eternas” en Medio Oriente. Sin embargo, también fue enfático al afirmar que Irán “no puede tener un arma nuclear”. Hoy, esa contradicción lo ubica ante una encrucijada que pone en juego no solo su política exterior, sino también su liderazgo dentro del movimiento conservador.
Tulsi Gabbard, una voz incómoda
La directora nacional de Inteligencia, Tulsi Gabbard, expresó dudas sobre los avances del programa nuclear iraní. En marzo, aseguró ante el Congreso que, si bien el uranio enriquecido de Irán alcanzaba niveles récord, los expertos no consideraban que el régimen estuviera construyendo un arma atómica.
Días antes del ataque israelí, Gabbard advirtió en un video que “la élite política y los belicistas están generando miedo y tensiones que nos ponen al borde de una aniquilación nuclear”. Sus palabras habrían desatado la ira de Trump, según el medio Politico, aunque luego ella aclaró que estaba “en la misma página” que el expresidente.
Divisiones republicanas a cielo abierto
El congresista Thomas Massie, aliado conservador, se unió a demócratas para impulsar una ley que impida a Trump lanzar ataques sin aprobación del Congreso. “Esto no es nuestra guerra”, sostuvo.
Referentes como Tucker Carlson, exfigura de Fox News, y Steve Bannon, exestratega de Trump, reforzaron la postura aislacionista. Bannon alertó que una guerra “destruiría la coalición de apoyo a Trump” y desviaría el foco de temas internos como la migración.
Por su parte, la congresista Marjorie Taylor Greene sorprendió al respaldar a Carlson por oponerse al conflicto, en un gesto que marcó una rara distancia con Trump: “Quienes apoyan esta intervención no son verdaderamente ‘America First’”, dijo.
Choques, gritos y tensiones mediáticas
La controversia escaló públicamente en una entrevista entre Carlson y el senador Ted Cruz, ferviente defensor de atacar Irán. El conductor acusó al legislador de querer derrocar un gobierno sin siquiera conocer a fondo la sociedad iraní. La discusión terminó en un cruce de gritos al aire.
Mientras tanto, el senador Lindsey Graham insiste en que Estados Unidos debe impedir a Irán desarrollar una bomba nuclear. “Trump entiende la amenaza que representa el ayatolá, no solo para Israel, sino para el mundo”, afirmó.
¿Una base electoral dividida?
Aunque una encuesta de Gray House reveló que el 79% de los votantes de Trump apoyaría el envío de armamento ofensivo a Israel, en su red Truth Social muchos usuarios mostraron preocupación: “No más guerras extranjeras”, escribieron. Otros advirtieron que una intervención “costará caro políticamente” al Partido Republicano.
El propio vicepresidente JD Vance intentó suavizar el debate y dijo que “la decisión final es del presidente”, pero reconoció el temor de la ciudadanía tras “25 años de políticas exteriores idiotas”.
Una definición inminente
Con la situación entre Irán e Israel al borde del estallido, el interrogante sobre si Trump seguirá abrazando el aislacionismo o se convertirá en un nuevo intervencionista parece estar más cerca que nunca de resolverse.
En plena campaña para regresar a la Casa Blanca, el líder republicano había prometido: “Vamos a restaurar la estabilidad en Medio Oriente y devolveremos la paz al mundo”. Hoy, esa promesa choca con una realidad mucho más compleja y peligrosa.