El Juzgado Comercial N° 29, a cargo del juez Federico Güerri, resolvió la quiebra de Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA) y ordenó la liquidación definitiva de la compañía, que hasta hace poco producía los reconocidos yogures, flanes y postres de SanCor.
La empresa, con sede industrial en Lincoln, empleaba a unos 180 trabajadores directos y mantenía otras 200 fuentes laborales entre su planta y el centro de distribución en Córdoba. Su red de más de 160 distribuidores abastecía a unos 70 mil comercios de todo el país, por lo que el cierre impactará de lleno en toda la cadena.
Sin interesados y con deudas en alza
ARSA había ingresado en concurso preventivo de acreedores en abril de 2024, con la intención de atraer nuevos inversores y evitar la quiebra. Sin embargo, no hubo oferentes dispuestos a sostener la operación, y las deudas crecientes terminaron por sellar su destino.
Hasta hace poco más de dos años, la firma estuvo bajo la órbita del Grupo Vicentin y fondos como BAF Capital, pero luego fue adquirida por los empresarios venezolanos Manuel y Alfredo Fernández, también dueños de La Suipachense.
En el expediente judicial, los representantes de ARSA señalaron que la inflación, los controles de precios y la caída del consumo complicaron la situación financiera. No obstante, desde el gremio Atilra y fuentes del sector apuntaron a problemas de gestión y demoras en los pagos.
“Llegamos a cobrar apenas una parte del sueldo, pese a trabajar todos los días”, relató un empleado de la planta linqueña.
Fin de una etapa en la historia láctea
Con la quiebra decretada, se detiene la producción de las clásicas líneas Shimy, Sancorito, Sublime y Yogs, que durante años se destacaron en las góndolas argentinas.
El cierre de ARSA representa un nuevo golpe para el universo SanCor, que desde hace más de una década intenta sobrevivir a una crisis estructural sin encontrar una salida definitiva.










